Muchas veces caemos en la idea de que, si ya establecimos una rutina de ejercicio: “estos días hago fuerza, estos días haré cardio y por tanto tiempo”, debemos seguirla al pie de la letra siempre.
Pero cuando no lo hacemos, nos gana la culpa. Incluso llegamos a pensar que todo el progreso se pierde por no cumplir.
La realidad es que no es así.